miércoles, 23 de marzo de 2016

El Traslador

     Capítulo 6: El traslador. Parece que ya es hora de ir hacía el mundial.

Los gemelos se miraron entre sí sonriendo, si sabían los resultados podrían ganar mucho.

Cuando, en la habitación de Ron, la señora Weasley lo zarandeó para despertarlo, a Harry le pareció que acababa de acostarse.

     Es la hora de irse, Harry, cielo —le susurró, dejándolo para ir a despertar a Ron.

Harry buscó las gafas con la mano, se las puso y se sentó en la cama. Fuera todavía estaba oscuro. Ron decía algo incomprensible mientras su madre lo levantaba. A los pies del colchón vio dos formas grandes y despeinadas que surgían de sendos líos de mantas.

     Perdona Harry, no queríamos sacarte protagonismo.

     Cierto, tú eres el único que puede estar despeinado en el libro.

     Es como tu señal característica.

Harry a esto respondió con toda la seriedad que lo caracterizaba, tirándoles un cojín hacía sus cabezas.

     ¿Ya es la hora? —preguntó Fred, más dormido que despierto.

Se vistieron en silencio, demasiado adormecidos para hablar, y luego, bostezando y desperezándose, los cuatro bajaron la escalera camino de la cocina.

La señora Weasley removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y el señor Weasley, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino. Levantó la vista cuando los chicos entraron y extendió los brazos para que pudieran verle mejor la ropa. Llevaba lo que parecía un jersey de golf y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grueso cinturón de cuero.

     ¿Qué os parece? —pregunto—. Se supone que vamos de incógnito... ¿Parezco un muggle, Harry?

Harry sonrió el señor Weasley lo hacía sentirse como si la madriguera fuese su casa, el tiempo que había pasado ahí en su segundo año fueron las mejores vacaciones de su vida,  siempre incluyéndolo en sus conversaciones y buscándolo para hablar por lo menos un rato con él para hacerle diferentes preguntas del mundo muggle.

     Sí —respondió Harry, sonriendo—. Está muy bien.

     ¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? —preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

—Bueno, van a aparecerse, ¿no? —dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo—, así que pueden dormir un poco más.

Harry sabía que aparecerse era algo muy difícil; había que desaparecer de un lugar y reaparecer en otro casi al mismo tiempo.

     O sea, que siguen en la cama... —dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de gachas—. ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?

     Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el examen —contestó bruscamente la señora Weasley—. ¿Y dónde se han metido esas chicas?

     Pero podrían llevarnos con ellos ¿No?

     Es cierto cada uno de ustedes podría aparecerse con uno de nosotros.

Los gemelos parecían ofendidos como si los hubiesen despertado ahora temprano.

   Es difícil aparecerse y más hacerlo llevando a alguien, requiere mucha concentración y es peligroso- contestó Charlie- ya saben, yo apenas puedo aparecerme a mí mismo.

Los adultos de la sala estuvieron de acuerdo con él y les explicaron a los menores que la aparición no era un juego de niños que cuando uno se escindía (se les olvida una parte de cuerpo, explicaron más para Harry y Ginny, que era la única que parecía igual de perdida que él en esto) no era nada divertido, y, según palabras de Sirius <Duele como el mismísimo infierno>.

Salió de la cocina y la oyeron subir la escalera.

     ¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse? —preguntó Harry.

     Desde luego —respondió el señor Weasley, poniendo a buen recaudo las entradas en el bolsillo trasero del pantalón—. El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagradables. Esos dos que os digo se escindieron.

Todos hicieron gestos de desagrado menos Harry.

     ¿Se escindieron? —repitió Harry, desorientado.

La mitad del cuerpo quedó atrás —explicó el señor Weasley, echándose con la cuchara un montón de melaza en su cuenco de gachas—. Y, por supuesto, estaban inmovilizados. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que esperar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, os lo puedo asegurar, con tantos muggles que vieron los trozos que habían dejado atrás...


Sirius puso cara, a él le había pasado algo parecido con James cuando estaban en las clases de aparición por estar jugando y no concentrarse, fue la peor experiencia de su vida.

Harry se imaginó en ese instante un par de piernas y un ojo tirados en la acera de Privet Drive.

     Tienes una mente muy escalofriante- le susurró Ron a su amigo.

     Es que sería gracioso ver la cara de mi tía- contestó entre risas.

     ¿Quedaron bien? —preguntó Harry, asustado.

     Sí —respondió el señor Weasley con tranquilidad—. Pero les cayó una buena multa, y me parece que no van a repetir la experiencia por mucha prisa que tengan. Con la aparición no se juega. Hay muchos magos adultos que no quieren utilizarla. Prefieren la escoba: es más lenta, pero más segura.

     Yo prefiero la escoba, es mucho mejor, tarde pero seguro- habló Sirius mientras su amigo a su lado se reía y le susurraba a Tonks la historia.

Cuando terminó de contarle los dos reían en voz baja para no interrumpir la lectura. Hasta ese momento ella no se había fijado en cómo la sonrisa de Remus parecía restarle años o cómo podía uno ver esa pisca de diversión en su mirada cubierta por una especie de tristeza que sólo la acumulan los años. Y se encontró a si misma queriendo saber más acerca de él, cómo también de todas las personas de la sala.

Por ejemplo con Sirius, era su primo y sin embargo nunca habían establecido una conversación de más de tres frases. A los que conocía más o menos era a los profesores (con los que no tenía mucha relación) y a los dos hermanos Weasley mayores pero sólo de verse cómo prefectos- alborotadora, nada más. Y aparte era la única que no estaba involucrada en la historia todavía, lo que la animaba era saber que aparecería en algún momento, pero a la vez, si aparecía era porque como auror estaba metido en algo y tampoco quería que les pasase nada malo a la gente presente. Parecían buenas personas.

     ¿Pero Bill, Charlie y Percy sí que pueden?

     Charlie tuvo que repetir el examen —dijo Fred, con una sonrisita—. La primera vez se lo cargaron porque apareció ocho kilómetros más al sur de donde se suponía que tenía que ir. Apareció justo encima de unos viejecitos que estaban haciendo la compra, ¿os acordáis?

     Por lo menos me aparecí entero, quiero verlos a ustedes haciéndolo- replicó Charlie.

     Bueno, pero aprobó a la segunda —dijo la señora Weasley, entre un estallido de carcajadas, cuando volvió a entrar en la cocina.

     Percy lo ha conseguido hace sólo dos semanas —dijo George—. Desde entonces, se ha aparecido todas las mañanas en el piso de abajo para demostrar que es capaz de hacerlo.

Se oyeron unos pasos y Hermione y Ginny entraron en la cocina, pálidas y somnolientas.

     ¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? —preguntó Ginny, frotándose los ojos y sentándose a la mesa.

Ginny sonrió por lo menos él la notaba y la llamaba por su nombre no sólo la “hermanita de Ron”, sólo eso la hacía sentir bien.

     Tenemos por delante un pequeño paseo —explicó el señor Weasley.

     ¿Paseo? —se extrañó Harry—. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

Todos miraron a Harry sonriendo burlonamente mientras este se ponía colorado. No entendía que parte de “me críe con muggles” no les entraba, era obvio que no sabía cómo irían es más ahora tampoco tenía ni la más mínima idea.

     No, no, eso está muy lejos —repuso el señor Weasley, sonriendo—. Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de quidditch...

Los adultos de la sala asintieron, a veces era culpa de los mismos magos no poder juntarse tranquilamente, siempre querían llamar la tención de una forma u otra y terminaban exponiéndose frente a los muggles.

     ¡George! —exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltando a todos.

     ¿Qué? —preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

     ¿Qué tienes en el bolsillo?

     ¡Nada!

     ¡No me mientas! 

Tanto Bill como Charlie se reían de sus hermanos menores, nadie podía engañar a Molly Weasley, menos que menos sus propios hijos.

La señora Weasley apuntó con la varita al bolsillo de George y dijo:

     ¡Accio!

Varios objetos pequeños de colores brillantes salieron zumbando del bolsillo de George, que en vano intentó agarrar algunos: se fueron todos volando hasta la mano extendida de la señora Weasley.
     ¡Os dijimos que los destruyerais! —exclamó, furiosa, la señora Weasley, sosteniendo en la mano lo que, sin lugar a dudas, eran más caramelos longuilinguos—. ¡Os dijimos que os deshicierais de todos! ¡Vaciad los bolsillos, vamos, los dos!

En este momento la señora Weasley de la sala se la veía igual de furiosa que la que estaba en el libro. No podía creer que sus hijos llevaran esa clase de cosas al mundial. Aún así prefirió hablar con ellos más tarde para no cortar la lectura.

Fue una escena desagradable. Evidentemente, los gemelos habían tratado de sacar de la casa, ocultos, tantos caramelos como podían, y la señora Weasley tuvo que usar el encantamiento convocador para encontrarlos todos.

     ¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! —fue diciendo, y los caramelos salieron de los lugares más imprevisibles, incluido el forro de la chaqueta de George y el dobladillo de los vaqueros de Fred.

     ¡Hemos pasado seis meses desarrollándolos! —le gritó Fred a su madre, cuando ella los tiró.

     ¡Ah, una bonita manera de pasar seis meses! —exclamó ella—. ¡No me extraña que no tuvierais mejores notas!

     Deben ser inteligentes para crearlos igual, a veces las notas no reflejan lo que uno sabe- comentó Sirius mientras recordaba como ellos siendo unos críos habían llegado a ser animagos, hasta Peter que no era muy inteligente lo había conseguido.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta que él era el que leía y por lo tanto todos lo miraban esperando que continuase hasta que recibió un codazo de parte de Remus.

El ambiente estaba tenso cuando se despidieron. La señora Weasley aún tenía el entrecejo fruncido cuando besó en la mejilla a su marido, aunque no tanto como los gemelos, que se pusieron las mochilas a la espalda y salieron sin dirigir ni una palabra a su madre.

     Bueno, eso no es agradable chicos- habló el señor Weasley- aunque estén enojados con su madre tienen que despedirse igual.

Los gemelos miraron a su padre unos segundos y luego mascullaron un escueto <está bien>, era difícil contradecirlo ya que de por si era extraño que él les llame la tención en algo.

     Bueno, pasadlo bien —dijo la señora Weasley—, y portaos como Dios manda —añadió dirigiéndose a los gemelos, pero ellos no se volvieron ni respondieron—. Os enviaré a Bill, Charlie y Percy hacia mediodía —añadió, mientras el señor Weasley, Harry, Ron, Hermione y Ginny se marchaban por el oscuro patio precedidos por Fred y George.

Hacía fresco y todavía brillaba la luna. Sólo un pálido resplandor en el horizonte, a su derecha, indicaba que el amanecer se hallaba próximo. Harry, que había estado pensando en los miles de magos que se concentrarían para ver los Mundiales de quidditch, apretó el paso para caminar junto al señor Weasley.

El señor Weasley sintió cierto orgullo en su pecho. Le gustaba que Harry tenga esa confianza para hablarle, ya que notaba que era más reservado con los adultos, que fuera él el que empezara la conversación o se acercara, decía mucho de su parte.

     Entonces, ¿cómo vamos a llegar todos sin que lo noten los muggles? — preguntó.

     Ha sido un enorme problema de organización —dijo el señor Weasley con un suspiro—. La cuestión es que unos cien mil magos están llegando para presenciar los Mundiales, y naturalmente no tenemos un lugar mágico lo bastante grande para acomodarlos a todos. Hay lugares donde no pueden entrar los muggles, pero imagínate que intentáramos meter a miles de magos en el callejón Diagon o en el andén nueve y tres cuartos...

     Bueno, sería ciertamente caótico- aportó la profesora McGonagall, quién tenía experiencia en lo que significaba tener a varios magos en un mismo espacio. Si a veces los alumnos no se podían controlar ni en su propia sala común donde “supuestamente” todos miraban para el mismo lado, sería un verdadero caos juntar a tantos magos diferentes y que aparte muchos de ellos tenían historias de enemistades detrás.

Así que teníamos que encontrar un buen páramo desierto y poner tantas precauciones antimuggles como fuera posible. Todo el Ministerio ha estado trabajando en ello durante meses. En primer lugar, por supuesto, había que escalonar las llegadas. La gente con entradas más baratas ha tenido que llegar dos semanas antes. Un número limitado utiliza transportes muggles, pero no podemos abarrotar sus autobuses y trenes. Ten en cuenta que los magos vienen de todas partes del mundo. Algunos se aparecen, claro, pero ha habido que encontrar puntos seguros para su aparición, bien alejados de los muggles. Creo que están utilizando como punto de aparición un bosque cercano. Para los que no quieren aparecerse, o no tienen el carné, utilizamos trasladores. Son objetos que sirven para transportar a los magos de un lugar a otro a una hora prevista de antemano. Si es necesario, se puede transportar a la vez un grupo numeroso de personas. Han dispuesto doscientos puntos trasladores en lugares estratégicos a lo largo de Gran Bretaña, y el más próximo lo tenemos en la cima de la colina de Stoatshead. Es allí donde nos dirigimos.

Harry asintió cómo si se lo estuviesen diciendo a él, aunque técnicamente era así, o bueno, era confuso. Todo esto del libro del futuro tenían puntos confusos, ya que, se supone que su “otro yo” había vivido esto y quería que sea cambiado, pero a la vez ese futuro de los libros no se vería alterado si no que se crearía un segundo futuro nuevo. O algo así, Harry creyó, después de darse cuenta que Sirius había seguido leyendo, que tendría que preguntarle a Hermione en cuanto pudiera.

El señor Weasley señaló delante de ellos, pasado el pueblo de Ottery St. Catchpole, donde se alzaba una enorme montaña negra.

     ¿Qué tipo de objetos son los trasladores? —preguntó Harry con curiosidad.

     Bueno, pueden ser cualquier cosa —respondió el señor Weasley—. Cosas que no llamen la atención, desde luego, para que los muggles no las cojan y jueguen con ellas... Cosas que a ellos les parecerán simplemente basura.

Caminaron con dificultad por el oscuro, frío y húmedo sendero hacia el pueblo. Sólo sus pasos rompían el silencio; el cielo se iluminaba muy despacio, pasando del negro impenetrable al azul intenso, mientras se acercaban al pueblo. Harry tenía las manos y los pies helados. El señor Weasley miraba el reloj continuamente.

Cuando emprendieron la subida de la colina de Stoatshead no les quedaban fuerzas para hablar, y a menudo tropezaban en las escondidas madrigueras de conejos o resbalaban en las matas de hierba espesa y oscura. A Harry le costaba respirar, y las piernas le empezaban a fallar cuando por fin los pies encontraron suelo firme.

     Eh Harry la próxima necesitarías algo de ejercicio.

     O te convertirás en un pobre chico escuálido.

     Pero espera…

     ¡Ya lo eres!- terminaron los dos gemelos juntos.

Mientras todos se reían Harry miraba de un lado a otro, maldición ya había tirado su cojín.

     ¡Uf! —jadeó el señor Weasley, quitándose las gafas y limpiándoselas en el jersey—. Bien, hemos llegado con tiempo. Tenemos diez minutos...

Hermione llegó en último lugar a la cresta de la colina, con la mano puesta en un costado para calmarse el dolor que le causaba el flato.

     Ahora sólo falta el traslador —dijo el señor Weasley volviendo a ponerse las gafas y buscando a su alrededor—. No será grande... Vamos... Se desperdigaron para buscar. Sólo llevaban un par de minutos cuando un grito rasgó el aire.

     ¡Aquí, Arthur! Aquí, hijo, ya lo tenemos.

Al otro lado de la cima de la colina, se recortaban contra el cielo estrellado dos siluetas altas. 

Los más chicos se miraron extrañados. El señor Weasley al ver sus caras les contestó a su pregunta no formulada.

     Pueden ser los Fawcett, los Diggory o los Lovegood, vivimos cerca y seguro que compartimos traslador.

     ¡Amos! —dijo sonriendo el señor Weasley mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado.

     Los Diggory- aportó rápido para no interrumpir mucho.

Harry pensaba que había escuchado el apellido en algún lugar.

Los demás lo siguieron. El señor Weasley le dio la mano a un mago de rostro rubicundo y barba escasa de color castaño, que sostenía una bota vieja y enmohecida.

     Éste es Amos Diggory —anunció el señor Weasley—. Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocéis a su hijo Cedric.

Ahora en la cara de Harry se reflejo la comprensión, claro era el buscador de Hufflepuff.

Cedric Diggory, un chico muy guapo de unos diecisiete años, era capitán y buscador del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff, en Hogwarts.

—Hola —saludó Cedric, mirándolos a todos.

 Todos le devolvieron el saludo, salvo Fred y George, que se limitaron a hacer un gesto de cabeza. Aún no habían perdonado a Cedric que venciera al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch del año anterior.

     Bueno, pero Cedric no tuvo la culpa ¿No Harry? – preguntó Hermione mirando hacia su amigo, a ella no le interesaba mucho el Quidditch pero aún así siempre iba a verlo jugar.

     Claro que no, hubiese perdido igual sin los dementores, me había distraído- contestó mirando por el rabillo del ojo a Sirius que en el momento se sintió culpable. Pensó que lo mejor era seguir leyendo y luego disculparse por eso.

     ¿Ha sido muy larga la caminata, Arthur? —preguntó el padre de Cedric.

     No demasiado —respondió el señor Weasley—. Vivimos justo al otro lado de ese pueblo. ¿Y vosotros?

     Hemos tenido que levantarnos a las dos, ¿verdad, Ced? ¡Qué felicidad cuando tenga por fin el carné de aparición! Pero, bueno, no nos podemos quejar. No nos perderíamos los Mundiales de quidditch ni por un saco de galeones... que es lo que nos han costado las entradas, más o menos. Aunque, en fin, no me ha salido tan caro como a otros...

Tonks asintió en comprensión ella tampoco quería perdérselo pero dependía de a que la asignaran en su trabajo como auror, porque aunque ella no jugara (era demasiado propensa a los accidentes) le gustaba el deporte.

Amos Diggory echó una mirada bonachona a los hijos del señor Weasley, a Harry y a Hermione.

     ¿Son todos tuyos, Arthur?

     No, sólo los pelirrojos

   Es una buena forma de resumirlo- Sirius se encontraba mejor que nunca bromeando con todos.

—aclaró el señor Weasley, señalando a sus hijos—. Ésta es Hermione, amiga de Ron... y éste es Harry, otro amigo...

     ¡Por las barbas de Merlín! —exclamó Amos Diggory abriendo los ojos—. ¿Harry? ¿Harry Potter?

Al mismo tiempo que Sirius lo leía los gemelos habían hablado a su mismo tiempo haciendo la mímica de sujetarse el corazón mientras lo miraban con sus ojos llenos de adoración. Harry pidió a todos los magos no volver a verlos nunca mirándolo de esa manera, aún así no pudo evitar reírse junto a los más jóvenes de la sala.

     Ehhh... sí —contestó Harry.

Harry ya estaba acostumbrado a la curiosidad de la gente y a la manera en que los ojos de todo el mundo se iban inmediatamente hacia la cicatriz en forma de rayo que tenía en la frente, pero seguía sintiéndose incómodo.

El Harry de la sala no se sentía mucho mejor al ver que cuando Sirius leía lo de la cicatriz todos echaban una rápida mirada hacia él.

Snape por otro lado se encontraba en silencio escuchando cada palabra de el “idiota de Black” como lo apodaba mentalmente, lo único que quería es que se terminé rápido el capitulo para dejar de escucharlo a él y a la “modestia” de Potter de la que no creía nada.

     Ced me ha hablado de ti, por supuesto —dijo Amos Diggory—. Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije, le dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!

Los gemelos tensaron las mandíbulas, aunque Harry les dijese que Cedric se había merecido ganar ellos no lo veían así. Estaba a la vista quién era mejor jugador.

A Harry no se le ocurrió qué contestar, de forma que se calló. Fred y George volvieron a fruncir el entrecejo. Cedric parecía incómodo.

     Harry se cayó de la escoba, papá —masculló—. Ya te dije que fue un accidente...

Tonks estaba feliz, porque aunque ella no estuviese era bueno dentro de tanto Gryffindor leer sobre un chico que tenía todas las cualidades Hufflepuff. Si algo extrañaba de sus años escolares es el compañerismo que reinaba en su casa.

     Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no? —dijo Amos de manera cordial, dando a su hijo una palmada en la espalda—. Siempre modesto, mi Ced, tan caballero como de costumbre... Pero ganó el mejor, y estoy seguro de que Harry diría lo mismo, ¿a que sí? Uno se cae de la escoba, el otro aguanta en ella... ¡No hay que ser un genio para saber quién es el mejor!

     Harry es el mejor- contestaron los gemelos y Ginny a la vez.

Ginny se avergonzó por haberse dejado al descubierto pero gracias a Merlin los gemelos llamaban mas la atención.

     ¿Papá podemos…

     No le van a hacer nada al señor Diggory- contestó su padre de forma rotunda.

     Ya debe de ser casi la hora —se apresuró a decir el señor Weasley, volviendo a sacar el reloj—. ¿Sabes si esperamos a alguien más, Amos?

     No. Los Lovegood ya llevan allí una semana, y los Fawcett no consiguieron entradas —repuso el señor Diggory—. No hay ninguno más de los nuestros en esta zona, ¿o sí?

     No que yo sepa —dijo el señor Weasley—. Queda un minuto. Será mejor que nos preparemos.

Miró a Harry y a Hermione.

     No tenéis más que tocar el traslador. Nada más: con poner un dedo será suficiente.

Con cierta dificultad, debido a las voluminosas mochilas que llevaban, los nueve se reunieron en torno a la bota vieja que agarraba Amos Diggory.

Así que con eso se referí a que ningún muggle se acercaría, pensó Harry, imaginándose la escena que presentarían al hacerlo.

Todos permanecieron en pie, en un apretado círculo, mientras una brisa fría barría la cima de la colina. Nadie habló. Harry pensó de repente lo rara que le parecería aquella imagen a cualquier muggle que se presentara en aquel momento por allí: nueve personas, entre las cuales había dos hombres adultos, sujetando en la oscuridad aquella bota sucia, vieja y asquerosa, esperando...

Por segunda vez en lo que iba de la lectura Harry tuvo un shock al pensar igual que su contraparte, era todo tan raro.

—Tres... —masculló el señor Weasley, mirando al reloj—, dos... uno...

Ocurrió inmediatamente: Harry sintió como si un gancho, justo debajo del ombligo, tirara de él hacia delante con una fuerza irresistible. Sus pies se habían despegado de la tierra; pudo notar a Ron y a Hermione, cada uno a un lado, porque sus hombros golpeaban contra los suyos. Iban todos a enorme velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos. Tenía el índice pegado a la bota, como por atracción magnética. Y entonces...

Los más chicos no se esperaban que fuera de ese modo, ya no estaban tan seguro de querer ni aparecerse ni trasladarse así.

Tocó tierra con los pies. Ron se tambaleó contra él y lo hizo caer. El traslador golpeó con un ruido sordo en el suelo, cerca de su cabeza.

Harry levantó la vista. Cedric y los señores Weasley y Diggory permanecían de pie aunque el viento los zarandeaba. Todos los demás se habían caído al suelo.

     Desde la colina de Stoatshead a las cinco y siete —anunció una voz.

Sirius hizo un silencio para que todos entendieran que había terminado el capítulo mientras se lo pasaba abierto hacia Remus. Antes siquiera que alguien hablara Sirius ya tenía una galleta en la boca y otra en la mano y con un hechizo se servía agua en un vaso.

     Este capítulo fue a mi parecer- habló el director- más de transición que otra cosa.

Todos estuvieron de acuerdo, había sido un capítulo tranquilo que solo relata el viaje de la madriguera hacia el lugar de los mundiales. Algunos, como la señora Weasley estaban deseanso que todos sean igual de tranquilos pero sabía que si tenían las claves para derrotar al que-no-debe-ser-nombrado, en algún punto de la historia tenían que pasar cosas malas. Un escalosfrío la invadió.

Remus por otro lado había tomado el libro en sus manos y se preparaba para lee, hasta que sintió una presencia sobre su hombro. Al levantar y voltear un poco la cabeza vió a Tonk a centímetros suyos que leía lo que aparecía en el libro.

     No vale hacer trampa- le susurró Remus mientras le golpeaba con el hombro despacio mientras sonreía- tienen que esperar a que lo lea en voz alta como todos.

Tonks lo miró poniendo los ojitos mas brillosos que podía pero aún así Remus seguía negando pero había apartado la vista.

Fijándose que Tonks se acomode nuevamente en su posición y pidiendo silencio a los chicos que ya se habían lanzado a hablar comenzó a leer.

     Capítulo 7: Bagman y Crouch.

sábado, 19 de marzo de 2016

Nuestro primer año

      —     Em.. bueno la llegada de la carta, ¿No?
 
Al hablar se dio cuenta que su voz hacía un extraño eco en la sala del comedor cuando miró alrededor observó como todos se habían quedado callados, seguían haciendo las cosas, hasta las chicas seguían cocinando desde la cocina abierta pero sin embargo lo hacían casi en silencio cómo para poder escuchar lo que venía a continuación.
 
Carraspeó.
 
     La carta de Hogwarts me la entregó Hagrid directamente porque mis tíos no me la querían dar, ya sabes a ellos no les gusta nada que tenga que ver con la magia. Bueno en ese momento me enteré de lo que le había sucedido a mis padres y la cicatriz…
 
     Espera espera,- Harry cerró los ojos por un segundo, tenía la errónea idea de que si hablaba lo suficientemente rápido nadie lo iba a detener, aún así levantó la mirada hacia su padrino-  no entiendo, ¿Qué cosa te enteraste de James y Lily?
 
     Y-yo no sabía nada de mis padres en ese momento sólo me habían dicho que habían muerto en un accidente de coche y por eso yo tenía la cicatriz, porque iba con ellos.
 
     Okey, okey.- Sirius respiraba agitadamente pero Harry notó que estaba tratando de calmarse.
 
Remus no estaba mucho mejor, pero sólo veía a Harry con el entrecejo fruncido esperando que continuase. No quería hacer nada para ponerlo nervioso y se cierre, suficiente era que les esté contando.
 
     Como iba diciendo me entregó la carta, me contó todo y me llevó al callejón Diagon a comprar las cosas. Ah, y me regaló a Hedwig porque ese día era mi cumpleaños- agregó sonriendo recordando a su orgullosa lechuza.
 
Harry tomó aire mientras ordenaba sus pensamientos, estaba tratando de narrar los hechos sin comentar las cosas vividas en la casa de sus tíos, ni mandar al frente a Hagrid diciendo que utilizó magia.
 
     Volví a Privet Drive, cuando llegó la fecha de irme a Hogwarts mis tíos me llevaron porque tenían que hacer algo cerca y ahí me di cuenta que Hagrid se había olvidado de decirme cómo llegar al andén 9 y ¾.
 
     ¿Y cómo lo encontraste? No creo que de casualidad te hayas apoyado en la pared ¿O sí?
 
     No- contestó y miro sonriendo a Molly que también lo miraba a él desde la cocina-, pero gracias a eso conocí a la mejor familia que pude haber encontrado.
 
Ron se removió incómodo en su silla mientras se le coloreaban las orejas. Harry siguió hablando.
 
     Cuando estaba a punto de sacar la varita y ponerme a tocar ladrillos, ya saben cómo en el Caldero Chorreante, escuché la palabra muggle que venía de esta familia y que mencionaban al andén 9 y ¾. Entonces me acerqué y les pregunté a la madre cómo hacía para llegar y ellos me ayudaron. Traspase la barrera, subí al tren y en el compartimiento conocí al hijo menor de la señora que me había ayudado, y nos hicimos mejores amigos.
 
Sirius sonrío recordando cómo él también conoció a su primer amigo en el compartimiento yendo a Hogwarts.
 
     Así que así es cómo conociste a los Weasley ¿No?
 
     Si, en el viaje también conocí a Neville, Hermione y vi de nuevo a Malfoy (ya lo había visto antes cuando compraba la túnica). Llegamos a Hogwarts, el sombrero nos eligió para Gryffindor. ¿Qué pasó después?- preguntó lo último mirando a Ron.
 
     Dumbledore nos dijo que le pasillo del tercer piso estaba prohibido ¿No recuerdas?
 
     Ah, si eso.
 
     ¿Y porque? Nunca estuvo prohibido- Sirius miró hacia Remus que no supo contestar.
 
     Así empezó todo- dijo Harry en un susurro para sí mismo-. Hagrid nos invitó un día a su cabaña y ahí leímos en el profeta que habían intentado robar Gringotts pero que la cámara, la 713,  ya estaba vacía.
 
     Si lo recuerdo- dijo el profesor Lupin pensativamente- nunca se encontró al culpable.
 
     Cuando leí la noticia, recordé que cuando fuimos a Gringotts con Hagrid para retirar dinero de mi cámara el entró en otra también, precisamente la 713,  que estaba vacía y sólo contenía un paquetito, lo retiró y me dijo que lo hacía por ordenes de Dumbledore. Entonces el que entró a robar quería eso.
 
Sirius le sonrío a su ahijado, tenía la misma curiosidad que Lily.
 
      Después de eso tuvimos las clases de vuelo, Neville tuvo un accidente entonces la señora Hooch lo llevó a la enfermería y nos dijo que nadie vuele si no estaba ella.
 
     Entonces Malfoy- siguió Ron- aprovechó para molestar, agarró la recordadora que le habían enviado a Neville por correo y dijo que la iba a dejar en una árbol y subió a la escoba. Harry también lo hizo para recuperarla, Malfoy la tiró y Harry la atrapó antes de que llegue al suelo- hizo una pausa- pero la profesora McGonagall lo vio.
 
     Cómo me había visto a mí solo en la escoba, pensé que me iban a expulsar pero por el contrario me fue a llevar con el capitán de Quidditch y me nombraron buscador.
 
     Esa es la forma en que sucedió ¿eh?- Sirius tenía una sonrisa de oreja a oreja- Remus me comentó que habías entrado en primer año pero es sorprendente escucharlo, tu padre estaría muy orgulloso.
 
Harry se ruborizó. Recordaba que McGonagall le había dicho lo mismo pero aún así era diferente escucharlo de su padrino. Se sentía tan aturdido que ya no sabía que seguía en la historia, miró a Ron para ver si él continuaba, pero otra voz fue la que habló.
 
     Lo de Malfoy,- aportó ahora Hermione caminando hacia ellos- los desafió a un duelo a medianoche, ustedes fueron y nos arrastraron a mí y a Neville con ustedes.
 
     Nosotros no te arrastramos tú nos estabas persiguiendo que es diferente, si no te hubieses metido en lo que no te importa…
 
     Ronald Weasley!- la señora Weasley apareció por detrás de Hermione con las manos en la cintura- Después hablaremos de eso de andar saliendo a la noche por el castillo, ahora sigan contando.
 
     Ah, sí- dijo Harry nervioso- em, fuimos pero Malfoy nos había tendido una trampa, estaba Filch y entonces huimos. En el camino nos encontramos a Peeves que comenzó a gritar, estabamos atrapados, así que entramos en la puerta más cercana, como estaba cerrada Hermione la abrió.
 
      Fue un simple Alohomora, entramos y esperamos junto a la puerta para escuchar a Filch y a Peeves. Neville nos llamó la atención señalando hacia atrás de nosotros. Y vimos…
 
Hermione miró a Harry e hizo una pausa mirándolo mientras sonreía.
 
     ¿Qué cosa?- Sirius miraba de uno a otro esperando que continuasen.
 
     Un gigante perro de tres cabezas- terminó Ron por ellos.
 
Los mayores se miraron entre sí con iguales expresiones horrorizadas, excepto por Charlie y los gemelos. Estos últimos habían chocado las manos y gritado <genial> mientras que Charlie había terminado de poner la mesa y se sentó junto a Sirius y Remus para escuchar mejor la historia.
 
     ¿Y qué hacía un maldito perro de tres cabezas en Hogwarts?
 
     Sirius…- Remus le dirigió una mirada de reproche- seguro entraron al pasillo prohibido ¿No?- Harry asintió- ahora sabemos por qué estaba prohibido.
 
     Bueno, como iba diciendo- prosiguió Hermione- vimos al gigantesco perro y salimos corriendo. Cuando llegamos a la sala común le comenté a los chicos que abajo del perro había visto una trampilla.
 
     Ahí relacioné todo, lo que Hagrid sacó de la cámara de Gringotts era para Dumbledore, algo que alguien estaba buscando, tenía que ser importante. Recordé que Hagrid me había dicho que no había lugar más seguro que Gringotts excepto Hogwarts. Entonces lo que custodiaba el perro y estaba debajo de la trampilla debía ser el paquetito arrugado de la bóveda.
 
Harry hizo una pausa y miró a su amiga para que siga. Para ese momento Bill también se había sentado mientras Ginny y la señora Weasley ultimaban los detalles del almuerzo.
 
     Em, creo que sigue lo de Halloween- le lanzó una mirada a Ron y continuó-. Bueno todo empezó en la clase de encantamientos. En ese momento todavía no nos llevavamos muy bien que digamos.
 
     Ese es el eufemismo del año, nos llevavamos pésimo- aportó Harry mirándola con una sonrisa.
 
     Bueno, si, y en esa clase fue mucho peor que otras veces, me tocó trabajar con Ron y traté de ayudarlo.
 
Ron la miró con una mueca.
 
     Él se lo tomó mal, y cuando salíamos lo escuché decir que  con razón nadie me aguantaba, que era una pesadilla.
 
Hermione paró y se quedó mirando a su amigo pelirrojo.
 
     Perdona ¿Está bien? Es que en ese entonces eras demasiado mandona.
 
Harry lo codeó y la mirada de Hermione se intensificó.
 
     Eeh- Harry decidió seguir contando él- Hermione se fue corriendo y después nos enteramos que se había encerrado en el baño de las chicas a llorar. Perdona por eso Hermione.
 
     Ya pasó Harry- le contestó sonriendo débilmente. Esperaba una disculpa así, sincera, pero de parte de su otro amigo, pero pedirle a Ron que tenga un poco de sensibilidad es cómo pedirle a un Troll que haga cuentas, al pensar así se estremeció al pensar en lo que venía.
 
     Nosotros estábamos en banquete cuando entró el profesor Quirrell, era el profesor de defensa anunciando que había un Troll en las mazmorras.
 
     ¿Un troll? Nosotros no nos enteramos de nada de eso- dijo la señora Weasley entrando con Ginny.
 
Harry vió como Ginny se alejaba rápido, seguramente para llamar a comer a los otros.
 
     Bueno, es que no pasó nada malo mamá- Ron se puso nervioso, por lo menos antes estaba cocinando y no estaba prestando toda la atención a la historia.
 
     Bueno, nos estábamos yendo hacia la sala común cuando recordé que Hermione estaba en el baño y no sabía nada.
 
Sirius se golpeó la cara con la palma de la mano, ese maldito complejo de héroe le iba a terminar sacando canas antes de tiempo.
 
     ¿Entonces fueron a buscarla no?
 
     Si es que no podíamos dejarla sola mamá, ¿y si le sucedía algo?, estaba ahí por nuestra culpa- Ron miraba a su madre mientras repetía las palabras que le había dicho Harry hace tres años.
 
Hermione sonrió estaba muy feliz de los amigos que tenía, los amaba tanto, haría cualquier cosa por ellos, y sabía que ellos dos lo harían también.
 
     Después hablaremos, ahora sigan contando que ya vamos a comer.
 
     Fuimos corriendo al baño y vimos al Troll entrando en un cuarto entoces lo encerramos.
 
     Espera espera espera- Hermione se volteó hacía ellos- ¿Ustedes me encerraron con el Troll?
 
Harry y Ron tragaron saliva, pensaban que su amiga ya lo sabía.
 
     No fue a propósito- habló Ron- en cuanto nos dimos cuenta entramos corriendo a buscarte.
     ¿Qué ustedes hicieron qué?- intervino por primera vez Bill mientras observaba de arriba abajo a su hermano buscando cualquier muestra de daño- ¿Se enfrentaron con un Troll?
 
     Es que estaba atacando a Hermione cuando entramos mamá.
 
La señora Weasley que en ese momento se veía espantada le hizo un gesto con la mano rápido para que prosigan.
 
     Tratamos de llamar su atención para que deje a Hermione que en ese momento estaba contra la pared. Bueno, y bueno…
 
Harry miró a su padrino, no estaba seguro cómo iba a reaccionar frente a lo que había echo, aún estaba muy fresco eso de tener a alguien que se preocupe sinceramente por uno. Antes que pudiera buscar una forma suave de decirlo su amigo habló.
 
     Harry saltó sobre el Troll y se le colgó en la espalda- gritos ahogados se escucharon por el comedor..
 
Mientras Harry miraba con reproche a Ron pasaron varias cosas a la vez. Remus se paró de golpe cómo si no pudiera mantenerse sentado ante lo dicho, Sirius comenzó a gritar <¿Qué hiciste qué?> y <Estás totalmente loco>, y los profesores junto a Tonks y el señor Weasley entraron.
 
     ¿Qué está sucediendo aquí?- la voz baja pero firme de Dumbledore resonó por el lugar interrumpiendo a Sirius.
 
     Nada, acá- dijo como quitándole importancia- mi querido ahijado me estaba contando cómo saltó sobre la maldita espalda de un puto Troll que pudo haberlo despedazado- terminó con la voz más firme.
 
La señora Weasley le dirigió una mirada fulminante mientras señalaba a Ginny que acababa de entrar. Mientras Remus volvía a su asiento y le pegaba un codazo. Harry por el contrario miraba fijamente a su padrino reprimiendo una risa, sabía que lo estaban retando pero era tan extraño escuchar a alguien hablar así al frente de los profesores. Esta en eso cuando Sirius se volteo a verlo.
 
     No te rías, ¿No te das cuenta de lo peligroso que es lo que hiciste?
 
Harry se removió incómodo borrando toda clase de alegría que estaba sintiendo segundos atrás. Podía sentir la mirada burlona de Snape mientras se sentaba también en  la mesa. Para su suerte fue Remus el que rompió el silencio antes que tener que contestarle.
 
     Creo Sirius, que eso lo podemos dejar para después, queremos que Harry nos siga contando hasta donde llegue así seguimos leyendo.
 
Sirius sólo miró a uno y otro e hizo un gesto molesto con la mano para que siga. Hermione al ver que su amigo no hacía nada para continuar tomó la palabra.
 
     Eeh- todos ahora la miraban a ella- cuando Harry hizo eso el Troll trataba de alcanzarlo con el bastón y Ron, que era el único que quedaba para enfrentarlo, utilizó el Wingardium Leviosa sobre el bastón y luego se lo soltó sobre la cabeza.
 
Los gemelos los miraban como si fuesen sus nuevos héroes mientras que la señora Weasley y Sirius respiraban tranquilamente.
 
     Y ahí entramos nosotros- habló la profesora McGonagall señalando con la mirada al profesor Snape- los encontramos cuando el Troll ya estaba desmayado. Fue muy irresponsable de la señorita Granger ir a buscarlo, no se que pensaba.
 
Todos quedaron callados, los tres amigos porque recordaron la mentira que habían dicho en ese momento, los otros porque no entendían lo dicho por la profesora.
 
     Pero si Hermione ya estaba en el ba…
 
     Y como decíamos- interrumpió Hermione a Sirius, prefería que siga creyendo eso a quedar como mentirosa- después de vencer un Troll gigante nos hicimos mejores amigos.
 
Y procedió a pasarles un brazo por encima de cada hombro a los chicos quedando en medio de ellos. Nadie pudo evitar sonreír al ver la linda estampa que formaban juntos, excepto claro está Snape que miraba hacia otro lado como si la sola visión de ellos les causara repuganancia.
 
Molly aprovechó la leve pausa para hacer que todos se sientan y poder servir la comida. Una vez sentado Harry entre Hermione y Ginny teniendo adelante a Sirius y Remus le pidieron que continuase. 
 
     Después siguió lo del partido de Quidditch, le hicieron mal de ojo a mi escoba estuve a punto de caerme si no fuera por Hermione.
 
Harry la vio con una sonrisa maliciosa mientras Hermione se atragantaba con la comida. Ahora le tocaba contar a ella lo que hizo, así que empezó a comer. No podía esperar para ver la cara de Snape cuando sepa que ella le había prendido fuego la capa.
 
     Bueno eeeh, nosotros- dijo señalando a Ron, que seguía devorando su comida ajeno a la situación- estábamos viendo el partido cuando la escoba de Harry comenzó a moverse sin control, así que tomé unos binoculares y miré entre el público para ver si alguien estaba mirando fijamente a la escoba y murmuraba, ya saben, lo que hace alguien cuando está haciendo un maleficio.
 
Todos asintieron levantando la cara de sus platos para observarla, Hermione estaba buscando una escapatoria para no decirlo pero no encontraba ninguna excusa, y no ayudaba nada que Harry esté haciendo caso omiso de sus codazos bajo la mesa.
 
     Entonces pensé erróneamente que era el Profesor Snape- el profesor de pociones levantó la mirada, Hermione podía sentir los engranajes de su cabeza uniendo todas las piezas y entendiendo lo que sucedió ese día hace tres años en el partido.
 
     Así que, lo que está tratando de confesar es que el culpable de que mi túnica se haya incendiado es usted.
 
Su tono de voz más su afirmación de su culpabilidad no hicieron más que generarle un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, tenía ganas de levantarse y correr hacía su habitación y no salir nunca más en la vida. Sin embargo, todavía tenía algo de la valentía Gryffindor en ella.
 
     Si- dijo con la voz más firme que podía emular- pero es porque pensé que Harry estaba en peligro.
 
Se podían escuchar las risitas de los gemelos y de Sirius por detrás de la conversación, que claramente no ayudaba en nada a obtener un perdón inmediato.
 
Snape estaba a punto de rebatir con algo (seguramente diciendo lo poco que le importaba por quien lo hiciese) pero antes de que pudiera volver a hablar, Dumbledore lo interrumpió.
 
     Creo, sin temor a equivocarme, que en ese momento la señorita Granger actuó como mejor le parecía y por una razón noble. Eso está en el pasado.
 
La mirada que le dirigió el profesor de pociones dejaba en claro que él no lo consideraba para nada en el pasado.
 
Harry  pensando que ya era suficiente de atormentar a su amiga decidió seguir hablando él.
 
     Vale aclarar que ese partido lo gané, cuando estaba colgando de la escoba casi me tragó la snitch.
 
Captó la mirada de Sirius para sonreírle y guiñarle un ojo.  De más está decir que este gesto no pasó desapercibido por tres hombres en la mesa mientras pensaban lo mismo: era un gesto tan de James. Dos de ellos eran Sirius y Remus que no pudieron evitar sentir una gran nostalgia. En cambo, el último, Snape, lo vio  como un gesto esperado, él siempre le comentaba a Dumbledore como el chico era igual a su padre, a veces lo desconcertaba porque veía gestos de Lily hasta que pasaba algo así y le recordaba todo el rencor hacía su enemigo escolar.
 
Harry ajeno a los pensamientos que en ese momento se libraban en la cabeza de estas personas, procedió a dar un par de bocados a su comida mientras trataba de ubicarse en el tiempo de los hechos para así poder seguir relatando la historia.
 
     En una conversación con Hagrid nos enteramos que lo que estaba custodiando el perro (que por cierto era suyo) en palabras textuales “es entre el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel”. Así que en nuestros tiempos libres buscábamos información sobre este último para averiguar qué tipo de objeto ocultaban. La respuesta la conseguimos un tiempo después por un medio poco usual, en las figuras de las ranas de chocolate.
 
     Es verdad- agregó Tonks moviéndose contenta en su silla junto a Remus- yo las colecciono, mencionan a Flamel en la de Dumbledore ¿No? La tengo repetida más de diez veces.
 
     Exacto, ahí nombraban que se destacaba por su trabajo de alquimia, eso hizo que Hermione recuerde que había leído algo así en un libro que había sacado justo para leer.
 
     Así- siguió ahora Hermione entusiasmada- leímos sobre la piedra Filosofal, capaz de transformar cualquier material en oro y utilizada para generar el Elixir de la Vida que hace inmortal a quien lo bebe.
 
     ¿Quién no quisiera robarla?- habló George desde un par de lugar alejados- digo es todo el oro que quieras y una vida eterna, entiendo que hayan querido robarla de Gringotts.
 
     Hasta yo lo haría- continuó ahora Fred riendo.
 
Harry sonrió a lo dicho por los gemelos, recordaba haber dicho algo parecido también.
 
     Así que lo que custodiaba el perro era a la piedra Filosofal ¿No?- Remus los miraba con algo muy parecido al orgulloso, al fin y al cabo habían sido sus alumnos.
 
         Todos para este momento habían terminado de comer y Molly levantaba los platos con magia hacía el fregadero.
 
     Si, unos días después cuando terminó un partido de Quidditch escuché sin querer una conversación entre el profesor Quirrel y el profesor Snape. Donde hablaban…
 
     Perdona Potter por interrumpirte- aunque su voz reflejaba que no lamentaba nada- pero no sé a lo que usted llama escuchar sin querer pero que yo recuerde esa conversación la tuve dentro del bosque prohibido.
 
Harry se removió incómodo do en su silla, había tenido la esperanza que Snape o no le este prestando atención o que no recuerde de qué momento hablaba. De mientras, las demás personas en la habitación miraban de uno a otro.
            
     Bueno es verdad, pero es que me pareció una actitud sospechosa- trató de justificarse- más después de lo que me había sucedido con la escoba. Recuerden que pensábamos que era él.
 
Snape sólo procedió a mirarlo nuevamente cómo lo hacía siempre, reflejando todo el odio que sentía. Y Harry, trató de evadirlo volviendo a la conversación.
 
     Como iba diciendo escuché una conversación entre ellos dos donde mencionaban  a la piedra, al perro de tres cabezas y algo sobre uno de los “abracadabras”.
 
     ¿Entonces Snape quería robar la piedra?- preguntó Sirius mirando de forma sospechosa hacia el extremo de la mesa.
 
     No seas idiota Black, no estaría aquí si así fuera. Creo que estos años con la única compañía de los dementores te afectó el cerebro. Digo, el poco que ya tenías.
 
En un segundo se encontraban los dos sentados mirándose furiosamente y al otro estaban parados apuntándose con sus varitas. Harry estaba seguro que se hubiesen batido a duelo en ese mismo momento si no fuese porque el director tomó el brazo de Snape y Remus el de Sirius. Era obvio que Dumbledore quería que dejen las cosas por la paz, ya que a nadie le cabía la menor duda de que podría haberles arrebatado las varitas con un solo movimiento de la suya, aún así esperó que los dos hombre las bajaran por su propia voluntad.
 
     Deberíamos dejar que el señor Potter terminé de relatar esto si queremos seguir leyendo, hagan el favor de no interrumpir. Sus cosas personales les arreglan después. Ustedes son los adultos acá.
 
Los dos se miraron fijamente cómo debatiendo quién iba a ser el que dé el brazo a torcer y sentarse primero. Remus viendo esto agitó la cabeza, nunca cambiarían, así que optó por acelerar las cosas tomando a Sirius del hombro y obligandoló a tomar asiento. Un par de segundos después Snape hizo lo mismo pero con una sonrisa triunfante plegada en su rostro
 
Harry carraspeó por segunda vez ese día para llamar la atención y poder terminar.
 
     Nosotros deducimos que cada profesor había puesto su propia barrera para imposibilitar la llegada hacia la piedra aparte de Fluffy (Si, ese era el nombre del perro), así que mientras el ladrón no sepa sortear todas las pruebas estaba bien. Pasaron días tranquilos hasta que nos vimos metidos en otro problema.
 
     A Hagrid le habían regalado un huevo de dragón, exactamente un ridgeback noruego, cómo yo sabía que era ilegal lo convencimos para mandárselo a mi hermano, Charlie.
 
Todas las miradas recayeron ahora en el segundo hermano Weasley quién no entendía porque eso era importante para la historia, deberían habérselo callado. Se estremeció, podía sentir la mirada acerada de su madre sobre él.
 
     Como Ron estaba en la enfermería, porque el dragón lo mordió, fuimos solo con Harry hasta la torre más alta a entregarlo. Pero cuando volvíamos Filch nos atrapó y nos llevó con McGonagall.
 
     Espero que no haya sido muy dura profesora- habló Bill- después de todo estaban ayudando a un amigo a no meterse en problemas con la ley.
 
La profesora en cambio tenía sentimientos encontrados, primero por no haberse tomado en serio la palabra del Slytherin que le había advertido, y después porque había sido demasiado dura al sacarle 50 puntos a cada uno, cuando al señor Malfoy que también había estado fuera le había sacado solo 20. Es que ella quería que sus alumnos den un mejor ejemplo.
 
     Nos sacó 50 a cada uno, fuimos una paria en Gryffindor- todos los que habían sido de esa casa jadearon, eran demasiados 100 puntos en una noche- ah, y Neville nos había tratado de encontrar para advertirnos que Malfoy sabía lo del dragón. Perdimos 150 en total.
 
     Oh por Merlin, Morgana y todos los magos de la historia, ni nosotros perdimos tanto en una semana ni decir de en una sola noche- Sirius miró a Remus buscando su confirmación.
 
     No, por lo general dejábamos un espacio entre broma y broma para recuperar los puntos que perdíamos en las clases o Quidditch.
 
Tonks asentía también, ella como alborotadora comprendía eso, perdías puntos y luego los recuperabas siendo aplicado en clases.
 
     Aparte de los puntos perdidos teníamos que cumplir un castigo que resultó ser buscar un unicornio herido en el bosque prohibido con Hagrid. Nos dividimos para buscarlo mejor. Yo fui con Hagrid y Neville y Harry fue con Malfoy y Fang.
 
Hermione le hizo un gesto con la mano a Harry para que ahora él siga contando.
 
     Encontramos rastros de sangre hasta que llegamos al nicornio, ya estaba muerto- en la habitación Molly y Ginny jadearon ¿Quién era tan cruel como para dañar a una criatura así?- cuando nos estabamos acercando vimos moverse unas ramas y apareció una figura encapuchada que bajo la cabeza hasta el animal y bebió su sangre.
 
     ¿Porque alguien haría eso? Suena horrible- Harry la sintió temblar contra su costado.
 
     Porque la sangre de unicornio te mantiene con vida aún si estás a punto de morir pero es algo tan mostruoso que al que lo haga le otorga una media vida maldita. Eso es lo que me dijo el centauro Firenze, es él que me salvó luego de que Malfoy huyera. También me dijo que pensara en alguien a quién no le importaría nada de eso, y que esté tratando de restaurarse.
 
     Voldemort- susurró Remus mientras hacía que varias de las personas presentes se estremecieran. El que esté tratando de robar la piedra quiere entregársela para que recupere el poder.
 
Harry asintió recordando como él llego a la misma conclusión. Sirius, en cambio, no quería ni imaginarse a su ahijado frente a Voldemort, estando tan cerca. Todos tenían tantas preguntas para hacer, pero decidieron hacer caso a Dumbledore y dejarlo terminar, iban a tener más tiempo para buscar respuestas a sus interrogantes.
 
     Cuando terminamos los exámenes y pudimos relajarnos, nos fuimos a sentar cerca del lago, y ahí se me ocurrió, no sé cómo no pude darme cuenta, ¿Cuántas posibilidades hay que un completo extraño le regale a otro un huevo de Dragón? Y justo a Hagrid, que toda su vida había querido uno. Fuimos corriendo hasta la cabaña y ahí lo confirmamos, habían hablado de diferentes animales y Hagrid le había mencionado la existencia de Fluffy y el extraño interesado por esto le preguntó acerca del perro, y bueno, le dijo que Fluffy no era tan malo porque con solo la música se calmaba.
 
     Oh Hagrid- comentó con un suspiro la señora Weasley- no es una mala persona pero no sirve para guardar secretos si escucha a alguien hablar sobre criaturas.
 
     Entonces buscamos al profesor Dumbledore para contarle lo que sabíamos pero encontramos a la profesora McGonagall que nos avisó que se había marchado por un asunto fuera de la escuela. Nuestros peores temores se estaban cumpliendo, fuera él del camino era obvio que iban a tratar de robarla esa noche. Tratamos de hablar con la profesora pero no nos creyó.
 
La profesora ahora era la que se removía incómoda en el lugar mientras las miradas recaían en ella. Iba a tratar de excusarse diciendo lo mucho que la había sorprendido que tres estudiantes de primero sepan sobre la existencia de la piedra y donde estaba guardada, y más que vengan a decirle que alguien iba a intentar robarle. Era inaudito, más con todas las pruebas que se habían puesto de parte del profesorado. Pero Harry siguió hablando antes de que siquiera abriera la boca.
 
   Nos juntamos los tres en la sala común y  decidimos tratar de llegar antes a la piedra, o a lo sumo impedir su robo, si Voldemort regresaba al poder era el fin, no podamos permitirlo. Cuando llegamos había un arpa, ya estaban tratando de robarla. Pasamos ante Fluffy tocando una flauta que me había regalado Hagrid, yo pasé primero por la trampilla y me tiré por un hueco hasta aterrizar sobre una planta, luego fue Ron y por último Hermione. Esta planta era la prueba de la profesora Sprout, Lazo del Diablo, Hermione convocó un fuego para desprendernos.
 
Harry se interrumpió a sí mismo al escuchar un <Pero no tengo madera> de parte de Ron. Estalló en carcajadas antes de poder evitarlo. Todos se quedaron mirando a los dos chicos que reían sin comprender.
 
     No es nada- comentó Hermione clavándole un codazo en las costillas a cada uno-, pasamos al siguiente cuarto y era la prueba del profesor Flitwick para pasarla había que encontrar la llave de la puerta. Ron describió cómo debía ser según el modelo de la cerradura y así la encontramos, montamos en unas escobas, la acorralamos y la atrapamos.
 
     La siguiente prueba era de la profesora McGonagall- prosiguió Ron recuperado de su anterior ataque de risa frotándose el lado derecho por el golpe recibido- un ajedrez gigante donde nosotros debíamos ser la piezas, Harry fue un alfil, Hermione una torre y yo un caballo. Jugamos hasta que no no tuve otra opción que sacrificar mi pieza para que Harry cometa Jaque Mate.
 
Los Weasley al completo miraban a su hijo menor con una mezcla de orgullo y preocupación pero decidieron no interrumpir.
 
     Tuvimos que dejar a Ron ahí, pasamos a la siguiente prueba, la del profesor Quirrel era un Troll pero ya estaba noqueado, y llegó la prueba de Snape era una especie de acertijo donde habían distintas pociones y mediante la lógica seleccionar una para pasar sobre un fuego para volver a la habitación anterior o para pasar e ir hacia el final. Hermione lo resolvió realmente rápido- su amiga le dirigió una sonrisa- pero quedaba suficiente líquido para uno solo.
 
     Hermione volvió y vos seguiste ¿No?- comentó Sirius resignado.
 
     Si, y cuando llegué ahí estaba Quirrell parado frente a un espejo tratando de obtener la piedra. Me apresó con unas cuerdas pero yo reconocí el espejo, era uno que ya había visto en el castillo y que Dumbledore me había explicado su funcionamiento- Harry trataba de hablar sin el menor temblor de su voz que indique que ocultaba algo-. El espejo de Oesed, o al revés Deseo, muestra el más profundo deseo de nuestro corazón. Así que pensé que si yo deseaba encontrar la piedra más que nada iba a ver donde estaba.
 
Tonks se veía confundida.
 
     Pero, si Quirrell quería la piedra no vería también donde estaba.
 
Dumbledore sonrió recordando en que había consistido su prueba, nadie con malas intenciones iban a poder sacarla.
 
     Bueno, eso lo averigüé después, el director me dijo que sólo alguien que quisiera encontrar la piedra pero no utilizarla iba a poder sacar del espejo. Quirrell me trató de utilizar a mí porque una voz extraña de la nada se lo dijo.
 
     ¿Cómo de la nada?- interrumpió el señor Weasley.
 
     Bueno, ya lo voy a explicar, la cosa es que me puse frente al espejo y obtuve la piedra. Traté de mentir pero esa voz le dijo que mentía, y pidió hablar conmigo cara a cara- Harry se estremeció fue una de las peores imágenes de su vida-. Quirrell se sacó el turbante que llevaba y cuando se dio vuelta había una cara en su nuca. Era repugnante.
 
Ahora todos compartieron el mismo estremecimiento, era una imagen mental de la que habrían podido prescindir. Sirius veía unos de sus temores realizados Harry sólo frente a Voldemort, ahora se reprochaba por haber ido tras Pettegrew y no haber estado para su ahijado. Harry tomó una fuerte respiración.
 
     Voldemort  sabía que tenía la piedra en el bolsillo y ordenó a Quirrell que me la sacara. Pero él no podía tocarme sus manos se quemaban entonces cuando me di cuenta de esto puse como pude, porque mi cicatriz dolía muchísimo, la vez en el bosque también había sucedido cuando Voldemort estaba cerca, puse las manos sobre su cara, lo escuché gritar y me desmayé. Desperté en la enfermería.
 
Algunos de los que no sabían la historia estaban asimilando lo que Harry les había contado. Otros (Sirius entre estos) preguntaron cómo había salido del lugar, pero esta vez no fue Harry el que contestó si no Dumbledore.
 
     Cuando llegué al castillo me encontré con la señorita Weasley y el señor Weasley que me hablaron sobre el paradero de Harry, cuando llegué le saqué de encima a Quirrell. La verdad es que por un segundo pensé que podría haber llegado tarde. En cuanto a Quirrel, Voldemort lo dejo morir.
 
Se produjo un leve silencio antes que el director se levantara de su asiento.
 
     Creo que ahora sí es momento de volver a la sala y seguir leyendo, luego tendrán tiempo para hacerse otras preguntas.
 
Y así como si esto fuese la orden que necesitaran se levantaron al unisono dirigiéndose hacia las puertas, cada uno ensimismado en sus pensamientos.