domingo, 3 de septiembre de 2017

En el Expreso de Hogwarts

Harry se encontraba de nuevo en la habitación junto a Ron, después de la comida había tenido la esperanza de poder hablar con Sirius, pero los mayores los despacharon en cuanto Molly comenzó a limpiar la mesa. Según ellos debían ir a dormir porque mañana sería cansador.
Aunque si lo pensaran realmente, pensó Harry, ellos también estarían en sus habitaciones, y por el contrario, se podía escuchar claro que seguían en la cocina. No era como si se distinguiese palabras o algo así, si no que se escuchaba murmullos, el golpeteo de las ollas o cuando movían las sillas. La casa era un poco tenebrosa ahora en el silencio de la noche. Ron se durmió al tocar la almohada como la noche anterior. Harry por el contrario no paraba de pensar en todos los capítulos que habían leído, no ayudaba que al bañarse el agua caliente no funcionase bien. El agua fría lo había despertado todavía más. Tendría que preguntarle a Hermione un hechizo para eso.
Escuchó pasos que comenzaron a sonar por la casa, seguro estaban yendo a dormir. Cerró sus ojos para tratar de hacer lo mismo, la Sra. Weasley iba a despertarlos bien temprano en la mañana.
Casi estaba ahí cuando un leve golpeteo de la puerta lo despertó, se sentó de inmediato justo para ver cuando se abría. Era Sirius.
- No quiero mantenerte mucho tiempo despierto pero recordé que me pediste que te mostrara esto -dijo extendiéndole la mano con unos papeles.
Harry volteó uno de ellos para ver una foto, era un niño sobre una escoba de juguete que en seguida identificó como él mismo, unas piernas que lo perseguían que seguro era de su padre, pero lo que más llamaba su atención era la imagen de su madre mirándolo mientras reía. No podía apartar sus ojos de ella, verla en fotos siempre generaba eso en él. Dio vuelta la segunda hoja esperando que sea otra foto aunque el papel era distinto. Pero era una carta.
Harry leyó con avidez, era una experiencia nueva leer sobre él pero desde la perspectiva de su madre. Refrescante. Saber que ella había tocado esa misma hoja, que pensaba en él mientras escribía la carta. Se encontró absorbiendo cada detalle de la letra, notando como ella hacía la g igual que él o mejor dicho él hacía la g igual que ella.
Levantó la mirada hacia Sirius, notaba un nudo en la garganta y deseaba que en la oscuridad no se llegara a ver las lágrimas que ahora le corrían por las mejillas.
- Gracias Sirius.
- No es nada Harry, prometo mostrarte y contarte muchas cosas más- se acercó a la cama y con una mano le revolvió el cabello-. Ahora tienes que dormir antes que Molly se de cuenta que te mantengo despierto, buenas noches.
- Buenas noches.
Harry esperó que saliera para volver su mirada a la carta y a la foto, ahora definitivamente no iba a poder dormir.
.HP4.
Como Harry pensaba la señora Weasley fue a despertarlos temprano, ahora es cuando lamentaba haberse dormido casi a las dos de mañana.
Se vistieron con Ron en silencio antes de dirigirse al mismo baño que había usado la noche anterior con su cepillo de dientes en la mano.
Cuando bajaron esperaban encontrar a los otros en la cocina pero estaban ya en la sala de lectura con el desayuno en la mesa del medio, parecía que ellos eran los últimos. Harry vio que ahora estaba todos los sillones mejor posicionados y que pequeña mesa era ahora un poco más grande. Seguramente eso era el ruido que él pensó que eran sillas corriendose cuando se quedaron la noche anterior.
Tomó asiento junto a Hermione y Ron en el mismo sillón que ayer. Los demás parecía que habían tenido la misma idea ya que mantuvieron su lugar.
A cada lado sus compañeros tomaron una de las tazas humeantes sobre la mesa
A cada lado sus compañeros tomaron una de las tazas humeantes sobre la mesa. Él comenzó en cambio con una tostada con mermelada, sabía que la Sra. Weasley había hechizado todas las tazas para que no se enfriara.
El profesor hizo levitar el libro hacia el medio llamando la atención de todos.
- Será mejor que comencemos, el tiempo apremia.
Al estar en los mismos lugares era fácil decir que el siguiente en leer era Charlie, los últimos capítulos habían sido leídos por los gemelos.
Charlie tomó el libro y espero a terminar de masticar para comenzar.
Capítulo 11: En el Expreso Hogwarts.
Harry sonrió por fin en Hogwarts de nuevo.
Cuando Harry despertó a la mañana siguiente, había en el ambiente una definida tristeza de fin de vacaciones. La copiosa lluvia seguía salpicando contra la ventana mientras él se ponía los vaqueros y una sudadera. Se vestirían con las túnicas del colegio cuando estuvieran en el expreso de Hogwarts.
Sirius asintió, siempre pensó que eran o unos nerds o gente que quería llamar la atención los que ya llegaban al andén con la túnica puesta.
Por fin él, Ron, Fred y George bajaron a desayunar. Acababan de llegar al rellano del primer piso, cuando la señora Weasley apareció al pie de la escalera, con expresión preocupada.
¡Arthur! -llamó mirando hacia arriba-. ¡Arthur! ¡Mensaje urgente del Ministerio!
Ni siquiera en vacaciones tiene un descanso, pensó la Sra. Weasley.
Harry se echó contra la pared cuando el señor Weasley pasó metiendo mucho ruido, con la túnica puesta del revés, y desapareció de la vista a toda prisa. Cuando Harry y los demás entraron en la cocina, vieron a la señora Weasley buscando nerviosa por los cajones del aparador («¡Tengo una pluma en algún sitio!», murmuraba) y al señor Weasley inclinado sobre el fuego, hablando con...
Todos estaban pendientes de escuchar la reacción de Harry ya que ya sabían lo que pasaba, hasta Hermione siendo hija de muggles ya había estudiado todos los diferentes medios de comunicación que tienen los magos.
Para asegurarse de que los ojos no lo habían engañado, Harry los cerró con fuerza y volvió a abrirlos.
Semejante a un enorme huevo con barba, la cabeza de Amos Diggory se encontraba en medio de las llamas.
Harry se sentía impresionado, cada año descubría más y más sobre el mundo mágico y siempre era una experiencia desconcertante. 
Sirius ahogó una risa pero evitando interrumpir.
Hablaba muy deprisa, completamente indiferente a las chispas que saltaban en torno a él y a las llamas que le lamían las orejas.
Él no siente el fuego amigo- le susurró Ron.
Obviamente, rodó los ojos Harry, pero sigue siendo impresionante.
... Los vecinos muggles oyeron explosiones y gritos, y por eso llamaron a esos... ¿cómo los llaman...?, «pocresías»Arthur, tienes que ir para allá...
Policias - aclaró Hermione antes de poder evitarlo.
A veces corregir así era un acto reflejo y sabía lo molesto que le resultaba a algunas personas pero era una costumbre muy arraigada.
¡Aquí está! -dijo sin aliento la señora Weasley, poniendo en las manos de su marido un pedazo de pergamino, un tarro de tinta y una pluma estrujada.
... Ha sido una suerte que yo me enterara -continuó la cabeza del señor Diggory-. Tenía que ir temprano a la oficina para enviar un par de lechuzas, y encontré a todos los del Uso Indebido de la Magia que salían pitando. ¡Si Rita Skeeter se entera de esto, Arthur...!
¿Qué dice Ojoloco que sucedió? -preguntó el señor Weasley, que abrió el tarro de tinta, mojó la pluma y se dispuso a tomar notas.
Arthur se tranquilizó había pensado que era algo más grave pero era solo Ojoloco y sus delirios de persecuciones. Casi siempre, cada vez que hacía algo o atacaba a alguien, conllevaba un gran papeleo que realizar después, pero al lado de lo que podía traer el libro eran niñerías. Aunque le preocupaba un poco porque las cosas en el ministerio estaban mal, no era un buen momento para otro incidente por pequeño que este fuera.
La cabeza del señor Diggory puso cara de resignación.
Dice que oyó a un intruso en el patio de su casa. Dice que se acercaba sigilosamente a la casa, pero que los contenedores de basura lo cogieron por sorpresa.
— "Dice que" es la frase importante - interrumpió para consternación de todos la profesora McGonagall.
Ella sabía que el profesor Dumbledore quería a Moody como el nuevo profesor de Defensa este año y era abierta a mostrar su descontento al respecto. No es que no le tuviese respeto, era un gran auror en su tiempo, pero poner a alguien así que hechiza a todo lo que le parece sospechoso con un montón de alumnos desde primero a séptimo año, le parecía un riesgo bastante grande.
Las dudas de los menores en cambio iban creciendo poco a poco ya que no conocían a ese tal Ojoloco.
¿Qué hicieron los contenedores de basura? -inquirió el señor Weasley, escribiendo como loco.
Por lo que sé, hicieron un ruido espantoso y prendieron fuego a la basura por todas partes -explicó el señor Diggory-. Parece ser que uno de los contenedores todavía andaba por allí cuando llegaron los «pocresías».
Hermione se comió su réplica.
El señor Weasley emitió un gruñido.
¿Y el intruso?
Ya conoces a OjolocoArthur -dijo la cabeza del señor Diggory, volviendo a poner cara de resignación-. ¿Que alguien se acercó al patio de su casa en medio de la noche? Me parece más probable que fuera un gato asustado que anduviera por allí cubierto de mondas de patata. Pero, si los del Uso Indebido de la Magia le echan las manos encima a Ojoloco, se la ha cargado. Piensa en su expediente. Tenemos que librarlo acusándolo de alguna cosa de poca monta, algo relacionado con tu departamento. ¿Qué tal lo de los contenedores que han explotado?
El Sr. Weasley sacudió la cabeza, solo el gran cariño que le tenía a Ojoloco lograba que se meta en estos líos. La burocracia era lo peor, el papeleo por cada incidente se iba a su expediente, si seguía así iba a llegar un punto donde no pueda ayudarlo más.
Sería una buena precaución -repuso el señor Weasley, con el entrecejo fruncido y sin dejar de escribir a toda velocidad-. ¿Ojoloco no usó la varita? ¿No atacó realmente a nadie?
— Realmente espero que no lo haya echo -susurró la Sra. Weasley.
Apuesto a que saltó de la cama y comenzó a echar maleficios contra todo lo que tenía a su alcance desde la ventana -contestó el señor Diggory-, pero les costará trabajo demostrarlo, porque no hay heridos.
Sería falso decir que Dumbledore no estaba al tanto de que en los últimos tiempos Moody se había vuelto paranoico, demasiado paranoico,  pero aún así le veía futuro como profesor de Defensa. Junto a él los alumnos iban a aprender y era algo sumamente valioso. Aunque, hizo una nota mental sobre darle una charla sobre atacar porque si, y menos a los alumnos.
Bien, ahora voy -dijo el señor Weasley. Se metió en el bolsillo el pergamino con las notas que había tomado y volvió a salir a toda prisa de la cocina.
La cabeza del señor Diggory miró a la señora Weasley.
Lo siento, Molly -dijo, más calmado-, siento haber tenido que molestaros tan temprano... pero Arthur es el único que puede salvar a Ojoloco, y se supone que es hoy cuando Ojoloco empieza su nuevo trabajo. ¿Por qué tendría que escoger esta noche...?
Los chicos suspiraba tranquilos que todo esto del tal Ojoloco haya terminado, era algo aburrido que leer tan temprano en la mañana, más porque no lo conocían.
No importa, Amos -repuso la señora Weasley-. ¿Estás seguro de que no quieres una tostada o algo antes de irte?
Eh... bueno -aceptó el señor Diggory.
La señora Weasley cogió una tostada untada con mantequilla de un montón que había en la mesa de la cocina, la puso en las tenacillas de la chimenea y se la acercó al señor Diggory a la boca.
«Gacias» -masculló éste, y luego, haciendo «¡plin!», se desvaneció.
Okeypensó Harry, eso le da un nuevo significado a la palabra extraño. Miro a su alrededor pero nadie parecía notar lo raro de darle de comer en la boca a una cabeza que salía de entre el fuego de la chimenea. Tomó ahora si su taza aún caliente.
Harry oyó al señor Weasley despidiéndose apresuradamente de BillCharliePercy y las chicas. A los cinco minutos volvió a entrar en la cocina, con la túnica ya bien puesta y pasándose un peine por el pelo.
Será mejor que me dé prisa. Que tengáis un buen trimestre, muchachos -les dijo el señor Weasley a Harry, Ron y los gemelos, mientras se echaba una capa sobre los hombros y se disponía a desaparecerse-Molly, ¿podrás llevar tú a los chicos a la estación de King's Cross?
Ginny se sintió algo triste, hubiese sido lindo que vayan en familia a despedirlos. Eran muy pocas las veces que podían estar todos juntos.  
Por supuesto que sí -asintió ella-. Tú cuida de Ojoloco, que ya nos arreglaremos.
Al desaparecerse el señor WeasleyBill y Charlie entraron en la cocina.
A Charlie, como a los demás que leían, le resultaba inquietante leer de si mismo en tercera persona, y eso que no hacían grandes apariciones. Entendía lo que Hermione le había dicho a Harry ayer, seguramente para él fuera por demás incómodo. 
¿Alguien mencionó a Ojoloco? -preguntó Bill-. ¿Qué ha hecho ahora?
Dice que alguien intentó entrar anoche en su casa -explicó la señora Weasley.
Recordar el "Dice que" de la Profesora McGonagall hizo reír a los gemelos, parecía que siempre que hablaban de Ojoloco utilizaban el "Dice que". 
¿Ojoloco Moody? -dijo George pensativo, poniéndose mermelada de naranja en la tostada-. ¿No es el chiflado...?
El Sr. Weasley les dirigió una mirada.
Tu padre tiene muy alto concepto de él -le recordó severamente la señora Weasley.
Sí, bueno, papá colecciona enchufes, ¿no? -comentó Fred en voz baja, cuando su madre salió de la cocina-. Dios los cría...
Ron y Harry trataban de esconder sus risas mientras que Fred mostraba su mejor cara de culpabilidad.
Moody fue un gran mago en su tiempo -afirmó Bill.
Es un viejo amigo de Dumbledore, ¿verdad? -dijo Charlie.
Pero Dumbledore tampoco es lo que se entiende por normal, ¿a que no? -repuso Fred-. Bueno, ya sé que es un genio y todo eso...
Por cada palabra que Charlie leía Fred cerraba sus ojos como si estuviese sintiendo dolor, o presagiando lo que su madre le iba a hacer en cuanto lo agarre a solas. 
La Sra. Weasley parecía quererlo descuartizar solo con sus ojos, no solo se burlaba de su padre sino que también del profesor , y en su presencia no menos. No estaba en su mente que Fred no lo había echo todavía o que el Fred del libro no lo había echo en su presencia tampoco. 
¿Quién es Ojoloco? -preguntó Harry.
Por fin pregunto, penso Harry. Era irritante escuchar tanto de una persona y no saber ni quien era.
Está retirado, pero antes trabajaba para el Ministerio -explicó Charlie-. Yo lo conocí un día en que papá me llevó con él al trabajo. Era un auror: uno de los mejores... un cazador de magos tenebrosos -añadió, viendo que Harry seguía sin entender-. La mitad de las celdas de Azkaban las ha llenado él. Pero se creó un montón de enemigos... sobre todo familiares de los que atrapaba... y, según he oído, en su vejez se ha vuelto realmente paranoico. Ya no confía en nadie. Ve magos tenebrosos por todas partes.
- Sigue siendo un gran auror- comentó Tonks por primera vez- el año pasado lo tuve como examinador antes de recibirme. 
Bill y Charlie decidieron ir a despedirlos a todos a la estación de King's Cross, pero Percy, disculpándose de forma exagerada, dijo que no podía dejar de ir al trabajo.
Ron y Ginny rodaron los ojos. Esos aires pomposos eran insoportables. 
En estos momentos no puedo tomarme más tiempo libre -declaró-. Realmente el señor Crouch está empezando a confiar en mí.
Sí, ¿y sabes una cosa, Percy? -le dijo George muy serio-. Creo que no tardará en aprenderse tu nombre.
Sirius río, George y Fred eran geniales, le recordaba a cuando James y él eran jovenes. 
Los gemelos por su parte se mostraban orgullosos, ellos estaban encargados del humor en la historia pareciera. 
La señora Weasley tuvo que habérselas con el teléfono de la oficina de correos del pueblo para pedir tres taxis muggles ordinarios que los llevaran a Londres.
Arthur intentó que el Ministerio nos dejara unos coches -le susurró a Harry la señora Weasley en el jardín de delante de la casa, mientras observaban cómo los taxistas cargaban los baúles-. Pero no había ninguno libre... Éstos no parecen estar muy contentos, ¿verdad?
Hermione comprendía, no había ningún taxista en todo Inglaterra, europa o el mundo que quisiese llevar a tantos baules y animales juntos. 
Harry no quiso decirle a la señora Weasley que los taxistas muggles no acostumbraban transportar lechuzas nerviosas, y Pigwidgeon estaba armando un barullo inaguantable. Por otro lado, no se pusieron precisamente más contentos cuando unas cuantas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que prendían con la humedad, se cayeron inesperadamente del baúl de Fred al abrirse de golpe. 
Las posibilidades de Fred siendo castigado iban en aumento a medida que el capítulo avanzaba. Si en un solo capítulo ya había recibido como cinco miradas fulminantes de su madre no se quería ni imaginar cuando terminaran el libro.
Crookshanks se asustó con las bengalas, intentó subirse encima de uno de los taxistas, le clavó las uñas en la pierna, y éste se sobresaltó y gritó de dolor.
El viaje resultó muy incómodo porque iban apretujados en la parte de atrás con los baúles. Crookshanks tardó un rato en recobrarse del susto de las bengalas, y para cuando entraron en Londres, Harry, Ron y Hermione estaban llenos de arañazos. 
La mención del gato le recordó a Ron todas las peleas que había tenido a causa de él con Hermione. Que al final el gato sea inocente y solo haya querido llevarse a Scabbers (mejor conocido como el traidor de Pettigrew) no hacía que deje de resentirlo un poco. No le importaba que sea una mascota.   
Fue un alivio llegar a King's Cross, aunque la lluvia caía aún con más fuerza y se calaron completamente al cruzar la transitada calle en dirección a la estación, llevando los baúles.
Hermione suspiró, sería mucho mejor si pudiesen utilizar un hechizo repelente en sus ropas, pero no podían hacerlo fuera de Hogwarts ni pedirle a la Sra. Weasley que lo hiciera por ellos ya que estaban rodeados de muggles. Llamaría demasiado la atención ir caminando en medio de la lluvia y no mojarse. 
Harry ya estaba acostumbrado a entrar en el andén nueve y tres cuartos. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad radicaba en hacerlo con disimulo, para no atraer la atención de los muggles. Aquel día lo hicieron por grupos. Harry, Ron y Hermione (los más llamativos, porque llevaban con ellos a Pigwidgeon y a Crookshanks) pasaron primero: caminaron como quien no quiere la cosa hacia la barrera, hablando entre ellos despreocupadamente, y la atravesaron... y, al hacerlo, el andén nueve y tres cuartos se materializó allí mismo.
Harry sonrió, no veía la hora de volver a Hogwarts. Sirius escuchaba con nostalgia, lo que daría por volver a sus años allí y poder estar con todos sus amigos de nuevo, antes que la guerra le haya arrebatado todo lo que tenía. Bill, Tonks y todos lo que ya habían terminado sentían lo mismo pero a un nivel mas bajo, el tipo de nostalgia que da cuando ves una vieja foto.
El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén. Harry, Ron y Hermione entraron a coger sitio, y no tardaron en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones centrales del tren. Luego bajaron de un salto otra vez al andén para despedirse de la señora Weasley, de Bill y de Charlie.
Ginny sonrió, aunque ni su padre ni Percy estuviesen, era la primera vez de Bill y Charlie acompañándola a tomar el tren. Sería lindo que esa parte del futuro se mantuviese.
Quizá nos veamos antes de lo que piensas -le dijo Charlie a Ginny, sonriendo, al abrazarla.
¿Por qué? -le preguntó Fred muy interesado.
Ya lo verás -respondió Charlie-. Pero no le digas a Percy que he dicho nada, porque, al fin y al cabo, es «información reservada, hasta que el ministro juzgue conveniente levantar el secreto».
Fred suspiró mirando a su hermano que ahora leía con una sonrisa en el rostro.
Sí, ya me gustaría volver a Hogwarts este año -dijo Bill con las manos en los bolsillos, mirando el tren con nostalgia.
¿Por qué? -quiso saber George, intrigado.
Porque vais a tener un curso muy interesante -explicó Billparpadeando-. Quizá podría hacer algo de tiempo para ir y echar un vistazo a...
- ¡Lo están haciendo a propósito! -exclamó George señalando a sus hermanos.
Los demás no se mostraban tan impacientes, al fin y al cabo en un par de capítulos mas se iban a enterar. Era loco pensar que todas sus dudas y lo que los adultos no querían decirles se iban a descubrir sin ellos tener que preguntar nada. 
¿A qué?
Pero en aquel momento sonó el silbato, y la señora Weasley los empujó hacia las puertas de los vagones.
Gracias por la estancia, señora Weasley -dijo Hermione después de que subieron al tren, cerraron la puerta y se asomaron por la ventanilla para hablar con ella.
Sí, gracias por todo, señora Weasley -dijo Harry.
Harry sonrió, era lo mejor estar con la familia Weasley, le gustaría pasar cada verano allí pero le parecía demasiado pedirlo para alguien que no era ni de la familia. No creía que a la Sra. Weasley le molestara pero no quería imponerse. 
El placer ha sido mío -respondió ella-Os invitaría también a pasar la Navidad, pero... bueno, creo que preferiréis quedaros en Hogwarts, porque con una cosa y otra...
- No tu también mamá -declararon al unísono los gemelos.
Solo obtuvieron una sonrisa misteriosa a cambio. 
¡Mamá! -exclamó Ron enfadado-. ¿Qué es lo que sabéis vosotros tres y nosotros no?
Esta noche os enteraréis, espero -contestó la señora Weasley con una sonrisa-. Va a ser muy emocionante... Desde luego, estoy muy contenta de que hayan cambiado las normas...
¿Qué normas? -preguntaron Harry, Ron, Fred y George al mismo tiempo.
Seguro que el profesor Dumbledore os lo explicará... Ahora, portaos bien, ¿eh? ¿EhFred? ¿EhGeorge?
El tren pitó muy fuerte y comenzó a moverse.
¡Decidnos lo que va a ocurrir en Hogwarts! -gritó Fred desde la ventanilla cuando ya las figuras de la señora Weasley, de Bill y de Charlie empezaban a alejarse-. ¿Qué normas van a cambiar?
Son perseverantes, pensó Remus, hay que darles eso. 
Pero la señora Weasley tan sólo sonreía y les decía adiós con la mano. Antes de que el tren hubiera doblado la curva, ella, Bill y Charlie habían desaparecido.
Harry, Ron y Hermione regresaron a su compartimiento. La espesa lluvia salpicaba en las ventanillas con tal fuerza que apenas distinguían nada del exterior. Ron abrió su baúl, sacó la túnica de gala de color rojo oscuro y tapó con ella la jaula de Pigwidgeon para amortiguar sus gorjeos.
- Ron Weasley -exclamó la Sra. Weasley- que a ti no te guste no significa que la pudieras usar así. Si se te rompe quiero ver que te vas a poner.
- Prefiero ir con la túnica de la escuela -masculló Ron ganándose una fea mirada de su madre.
Charlie comenzó a leer antes que se armara una batalla campal.
Bagman nos quería contar lo que va a pasar en Hogwarts -dijo malhumorado, sentándose al lado de Harry-. En los Mundiales, ¿recordáis? Pero mi propia madre es incapaz de decir nada. Me pregunto qué...
¡Shh! -susurró de pronto Hermione, poniéndose un dedo en los labios y señalando el compartimiento de al lado.
Ahora prestaban más atención, el capítulo no había sido muy entretenido hasta entonces.
Los tres aguzaron el oído y, a través de la puerta entreabierta, oyeron una voz familiar que arrastraba las palabras.
... Mi padre pensó en enviarme a Durmstrang antes que a Hogwarts
- Malfoy -resoplaron los tres de inmediato. Solo con que la frase empezara con "Mi padre.." ya era obvio de quién se trataba. 
Conoce al director. Bueno, ya sabéis lo que piensa de Dumbledore: a ése le gustan demasiado los sangre sucia... 
Charlie se obligó a leer tal cual pero odiaba que esas palabras tengan que salir de su boca.
En cambio, en el Instituto Durmstrang no admiten a ese tipo de chusma. Pero a mi madre no le gustaba la idea de que yo fuera al colegio tan lejos. Mi padre dice que en Durmstrang tienen una actitud mucho más sensata que en Hogwarts con respecto a las Artes Oscuras. Los alumnos de Durmstrang las aprenden de verdad: no tienen únicamente esa porquería de defensa contra ellas que tenemos nosotros...
Harry, quién ayer se había enterado de la existencia de otras escuelas aparte de Hogwarts ya no le extrañaba, parecía que había demasiadas de ellas. Ya había escuchado sobre una en África, otra en América y en Brasil también. 
Hermione se levantó, fue de puntillas hasta la puerta del compartimiento y la cerró para no dejar pasar la voz de Malfoy.
- Mejor, es molesto hasta leerlo - habló Charlie antes de seguir leyendo.
Así que piensa que Durmstrang le hubiera venido mejor, ¿no? -dijo irritada-. Me gustaría que lo hubieran llevado allí. De esa forma no tendríamos que aguantarlo.
- Así se dice - exclamó George mientras levantaba su taza y hacía un brindis imaginario.
¿Durmstrang es otra escuela de magia? -preguntó Harry.
Sí -dijo Hermione desdeñosamente-, y tiene una reputación horrible. Según el libro Evaluación de la educación mágica en Europa, da muchísima importancia a las Artes Oscuras.
- Creo que hasta te supero en leer libros -le susurró Sirius a Remus con una sonrisa. Remus se la devolvió.
- Ella es una gran estudiante.
Creo que he oído algo sobre ella -comentó Ron pensativamente-. ¿Dónde está? ¿En qué país?
Bueno, nadie lo sabe -repuso Hermione, levantando las cejas.
Eh... ¿por qué no? -se extrañó Harry.
Hay una rivalidad tradicional entre todas las escuelas de magia. A las de Durmstrang y Beauxbatons les gusta ocultar su paradero para que nadie les pueda robar los secretos -explicó Hermione con naturalidad.
- Pareciera que estoy en clases -afirmó Ginny mientras agarraba un plato de galletas y se lo ponía en sus piernas- aunque es mucho mas divertido aprender así. 
¡Vamos! ¡No digas tonterías! -exclamó Ron, riéndose-Durmstrang tiene que tener el mismo tamaño que Hogwarts. ¿Cómo van a esconder un castillo enorme?
¡Pero si también Hogwarts está oculto! -dijo Hermionesorprendida-. Eso lo sabe todo el mundo. Bueno, todo el mundo que ha leído Historia de Hogwarts.
McGonagall asintió, si todos se tomaran el tiempo de leer Historia de Hogwarts podrían saltearse muchas de las cosas en el libro. Todo terminaba relacionado con cosas que deberían saber.
Sólo tú, entonces -repuso Ron-. A ver, ¿cómo han hecho para esconder un lugar como Hogwarts?
Está embrujado -explicó Hermione-. Si un muggle lo mira, lo único que ve son unas ruinas viejas con un letrero en la entrada donde dice: «MUY PELIGROSO. PROHIBIDA LA ENTRADA.»
- Así es Señorita Granger -dijo Dumbledore mirándola- aparte que tenemos muchos repelentes de Muggles para los que quieran aventurarse por el terreno. 
Hermione se sonrojó, que el director te felicitara no pasaba todos los días.
¿Así que Durmstrang también parece unas ruinas para el que no pertenece al colegio?
Posiblemente -contestó Hermione, encogiéndose de hombros-. O podrían haberle puesto repelentes mágicos de muggles, como al estadio de los Mundiales. Y, para impedir que los magos ajenos lo encuentren, pueden haberlo convertido en inmarcable.
Los adultos se mostraban ampliamente sorprendidos por todo el conocimiento que tenía Hermione. Lo que era un sitio inmarcable, como realizarlo y demás estaban seguros que no se encontraba en Historia de Hogwarts, eran libros con magia mas vanzada. 
¿Cómo?
Bueno, se puede encantar un edificio para que sea imposible marcarlo en ningún mapa.
Eh... si tú lo dices... -admitió Harry.
Pero creo que Durmstrang tiene que estar en algún país del norte -dijo Hermione reflexionando-. En algún lugar muy frío, porque llevan capas de piel como parte del uniforme.
- Yo me tiro por Noruega -habló Bill- es o Noruega o Suecia. 
Charlie asintió.
- Hay muchos estudiantes que van desde Rumania hasta Durmstrang, yo suelo verlos cuando vienen de vacaciones, el hijo de uno de los que trabaja conmigo cuidando dragones va allí -siguió Charlie- y sé que el colegio queda por esa zona. 
¡Ah, piensa en las posibilidades que eso tiene! -dijo Ron en tono soñador-. Habría sido tan fácil tirar a Malfoy a un glaciar y que pareciera un accidente... Es una pena que su madre no quisiera que fuera allí.
Harry se rió junto a Ron imaginándose que eso sucedía. 
La lluvia se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el norte. El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya habían encendido las luces. El carrito de la comida llegó traqueteando por el pasillo, y Harry compró un montón de pasteles en forma de caldero para compartirlos con los demás.
- Lo que daría por uno de esos - comentó Ron mientras agarraba un pastelillo de arriba de mesa causando la risa de los demás. Él solo podía desear comida mientras comía.
Varios de sus amigos pasaron a verlos a lo largo de la tarde, incluidos Seamus FinniganDean Thomas y Neville Longbottom, un muchacho de cara redonda extraordinariamente olvidadizo que había sido criado por su abuela, una bruja de armas tomar. 
Ah, ese es el hijo de Alice y Frank, pensó Sirius, el que asusté el año pasado. 
Seamus aún llevaba la escarapela del equipo de Irlanda. Parecía que iba perdiendo su magia poco a poco, y, aunque todavía gritaba «¡Troy!, ¡Mullet!, ¡Moran!», lo hacía de forma muy débil y como fatigada.
- Niños y Quidditch- susurró Hermione. 
Después de una media hora, Hermione, harta de la inacabable charla sobre quidditch, se puso a leer una vez más el Libro reglamentario de hechizos, curso 4º, e intentó aprenderse el encantamiento convocador.
McGonagall le dirigió una sonrisa, ella amaba el Quidditch pero ver a Hermione dando todo por sus estudios la hacía sentir orgullosa por ser su profesora. 
Mientras revivían el partido de la Copa, Neville los escuchaba con envidia.
Mi abuela no quiso ir -dijo con evidente tristeza-. No compró entradas. Supongo que habrá sido impresionante...
Lo fue -asintió Ron-. Mira esto, Neville...
Revolvió un poco en su baúl, que estaba colgado en la rejilla portaequipajes, y sacó la miniatura de Viktor Krum.
Ginny sacudió la cabeza, el fanatismo de su hermano por Krum era vergonzoso. 
¡Vaya! -exclamó Neville maravillado, cuando Ron le puso a Krum en su rechoncha mano.
Lo vimos muy de cerca, además -añadió Ron-, porque estuvimos en la tribuna principal...
Por primera y última vez en tu vida, Weasley.
Harry se golpeó la frente, era demasiado pedir que Malfoy desapareciera. Ni en su propio libro podía librarse de él.
Draco Malfoy acababa de aparecer en el vano de la puerta. Detrás de él estaban Crabbe y Goyle, sus enormes y brutos amigotes, que parecían haber crecido durante el verano al menos treinta centímetros cada uno. Evidentemente, habían escuchado la conversación a través de la puerta del compartimiento, que Dean y Seamus habían dejado entreabierta.
Sirius suspiró. Ni habían llegado a Hogwarts y ya se metían en problemas. Snape por el contrario solo escuchaba sin decir ni una palabra. 
No recuerdo haberte invitado a entrar, Malfoy -dijo Harry fríamente.
¿Qué es eso, Weasley? -preguntó Malfoy, señalando la jaula de Pigwidgeon.
Una manga de la túnica de gala de Ron colgaba de ella balanceándose con el movimiento del tren, y el puño de puntilla de aspecto enmohecido resaltaba a la vista. Ron intentó ocultar la túnica, pero Malfoy fue más rápido: agarró la manga y tiró de ella.
McGonagall chasqueó la lengua, era en vano decirle a Snape que controle a sus estudiantes. Esta bien que él ahora no estaba allí, pero ese grupito se comportaba de la misma manera en el colegio y nunca los reprendían. 
¡Mirad esto! -exclamó Malfoy, encantado, enseñándoles a Crabbe y a Goyle la túnica de Ron-. No pensarás ponerte esto, ¿ehWeasley? Fueron el último grito hacia mil ochocientos noventa...
Ron se iba poniendo cada vez mas rojo. 
¡Vete a la mierda, Malfoy! -le dijo Ron, con la cara del mismo color que su túnica cuando la desprendió de las manos de Malfoy.
- La boca Ron - reprendió su madre.
- Pero mamá, él fue..
- Él no es mi hijo, tu si.
Malfoy se rió de él sonoramente. Crabbe y Goyle se reían también comotontos
¿Así que vas a participar, Weasley? ¿Vas a intentar dar un poco de gloria a tu apellido? También hay dinero, por supuesto. Si ganaras podrías comprarte una túnica decente... 
- ¡Hasta Malfoy lo sabe! - exclamó Fred mirando a sus padres-,  esto es solo injusto.
- No se supone que él lo sepa tampoco -señaló el Sr. Weasley.
- ¿De qué hablas? —preguntó Ron bruscamente. 
- ¿Vas a participar? —repitió Malfoy—. Supongo que tú sí, Potter. Nunca dejas pasar una oportunidad de exhibirte, ¿a que no? 
Snape le dió en silencio la razón. Harry frunció el ceño.
Malfoy, una de dos: explica de qué estás hablando o vete —dijoHermione con irritación, por encima de su Libro reglamentario de hechizos,curso 4º. 
- ¡Así se habla Hermione! - alentó George.
Una alegre sonrisa se dibujó en el pálido rostro de Malfoy.
¡No me digas que no lo sabéis! -dijo muy contento-. ¿Tú tienes en el Ministerio a un padre y un hermano, y no lo sabes? Dios mío, mi padre me lo dijo hace un siglo... Cornelius Fudge se lo explicó. Pero, claro, mi padre siempre se ha relacionado con la gente más importante del Ministerio... Quizá el rango de tu padre es demasiado bajo para enterarse, Weasley. Sí... seguramente no tratan de cosas importantes con tu padre delante.
No era propio del Sr. Weasley enojarse con un niño porque sabía que no era en si su culpa, conociendo al padre era obvio que Draco solo repetía lo que escuchaba.  Le daba algo de lástima.
Volviendo a reírse, Malfoy hizo una seña a Crabbe y Goyle, y los tres se fueron.
Remus relajo los hombros por lo menos no se habían metido en una pelea.
Ron se puso en pie y cerró la puerta corredera del compartimiento dando un portazo tan fuerte que el cristal se hizo añicos.
¡Ron! -le reprochó Hermione. Luego sacó la varita y susurró-: ¡Reparo! -Los trozos se recompusieron en una plancha de cristal y regresaron a la puerta.
Bueno... ha hecho como que lo sabe todo y nosotros no -dijo Ron con un gruñido-. «Mi padre siempre se ha relacionado con la gente más importante del Ministerio...» Mi padre podría haber ascendido cuando hubiera querido... pero prefiere quedarse donde está...
Bill estaba contento de que aunque su hermano estuviese disgustado con la condición económica de sus padres seguía defendiendolos.
Por supuesto que sí -asintió Hermione en voz baja-. No dejes que te moleste Malfoy, Ron.
¿Él? ¿Molestarme a mí? ¡Como si pudiera! -replicó Ron cogiendo uno de los pasteles en forma de caldero que quedaban y aplastándolo.
Harry le dirigió una mirada divertida, era obvio que dejaba que lo afecte.
A Ron no se le pasó el malhumor durante el resto del viaje. No habló gran cosa mientras se cambiaban para ponerse la túnica del colegio, y seguía sonrojado cuando por fin el expreso de Hogwarts aminoró la marcha hasta detenerse en la estación de Hogsmeade, que estaba completamente oscura.
Después de más de diez capítulos por fin llegaban a Hogwarts. El entusiasmo se podía sentir.
Cuando se abrieron las puertas del tren, se oyó el retumbar de un truenoHermione envolvió a Crookshanks con su capa, y Ron dejó la túnica de gala cubriendo la jaula de Pigwidgeon antes de salir del tren bajo el aguacero con la cabeza inclinada y los ojos casi cerrados.
Ron esperó que su madre no notara la forma en la que había utilizado la túnica de nuevo. La manera en la que las puntas de sus dedos eran blancas sosteniendo la taza le daba una indicación diferente.
La lluvia caía entonces tan rápida y abundantemente que era como si les estuvieran vaciando sobre la cabeza un cubo tras otro de agua helada.
¡EhHagrid! -gritó Harry, viendo una enorme silueta al final del andén.
¿Todo bien, Harry? -le gritó Hagrid, saludándolo con la mano-. ¡Nos veremos en el banquete si no nos ahogamos antes!
- El banquete de Hogwarts es lo que más echo de menos -dijo Tonks- es insuperable.
Era tradición que los de primero llegaran al castillo de Hogwarts atravesando el lago con Hagrid.
¡Ah, no me haría gracia pasar el lago con este tiempo! -aseguró Hermione enfáticamente, tiritando mientras avanzaban muy despacio por el oscuro andén con el resto del alumnado. Cien carruajes sin caballo los esperaban a la salida de la estación.
Remus miró a Harry, era algo bueno que todavía vea los carruajes sin caballo. Decía que todavía conservaba su inocencia, no había tenido que ver a nadie morir frente suyo.
Harry, Ron, Hermione y Neville subieron agradecidos a uno de ellos, la puerta se cerró con un golpe seco y un momento después, con una fuerte sacudida, la larga procesión de carruajes traqueteaba por el camino que llevaba al castillo de Hogwarts.
- Ahí termina- avisó Charlie mientras pasaba el libro a Bill y se inclinaba para seguir desayunando.
Harry se estiró, el sueño le ganaba por ratos. 
- Bueno, comencemos - dijo Bill con una sonrisa, parece que las respuestas para los chicos venían en este capítulo-  Capítulo 12: El Torneo de los Tres Magos.

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